Uno de los elementos que hacen a este mundo un lugar tan extraordinario es que ninguna persona es exactamente como la otra. Todos somos únicos e irrepetibles, y cada uno de nosotros hace su contribución con sus acciones, energía y luz particular. Las personas discapacidad no son una excepción. Quizá a veces, partiendo de sus limitaciones intrínsecas, hacen las cosas de una forma diferente a los demás, pero sin duda sus fortalezas, talentos y rasgos hacen que nos sintamos orgullosos de ellos y ellas y valoremos sus contribuciones a la sociedad.
Criar y educar a nuestros hijos, no es tarea fácil; y hacerlo cuando tenemos a hijos o personas a nuestro cargo con alguna discapacidad, si bien es altamente gratificante, plantea algunos retos particulares. Cierto es que entendemos sus limitaciones, no obstante, queremos apoyarlos con los mejores recursos para que maximicen su potencial y sean felices y exitosos. También, queremos motivarlos a que sean independientes, que confíen en sus capacidades y en lo mucho que pueden lograr por sí mismos – haciendo hincapié en no sobreprotegerlos.
Podemos seguir algunas estrategias para incentivar y motivar esa independencia de pensar y actuar. Los especialistas señalan que es importante permitir, cuando sea posible, que las personas con alguna discapacidad tomen decisiones por sí mismas. Ello implica una mayor inversión de tiempo y constancia de nuestra parte al presentarles oportunidades para que ellos decidan, cosas tan sencillas como sobre lo que quieren comer, cómo eligen vestirse, y sus intereses y actividades. El ayudarlos a tomar decisiones y abogar por lo que quieren, dentro de sus posibilidades, les dará más confianza del control que tienen sobre sus vidas.
También, es importante plantearles retos manejables que puedan lograr con esfuerzo y práctica continua. Debemos prestar atención que si una tarea parece tener un grado de dificultad que de inicio no pueden manejar o les está costando mucho trabajo, antes de que ésta les genere frustración o estrés, quizá es importante considerar adaptarla a sus habilidades actuales. A medida que vayan progresando en éstas, se podrá ir ajustando su complejidad para permitirles una mayor independencia.
Las tecnologías, tanto las asistivas y adaptativas – es decir, aquellas que asisten en las tareas cotidianas y ayudan a adaptar los espacios para una mayor funcionalidad – así como las rehabilitativas – aquellas que ayudan a recuperar o mejorar funciones, pueden ser también grandes aliadas en facilitarles la ejecución de algunas tareas y promover, por tanto, la independencia.
En algunas ocasiones las familias piensan que lo mejor es la cercanía constante con los hijos que tienen alguna discapacidad. Sin embargo, eso resulta contraproducente ya que evita que logren tener una vida independiente. Lo más importante es pensar que no siempre estaremos en este mundo para proteger a nuestros niños. Es por lo hay que hacer que se valgan por sí mismos en la medida que esto sea posible. Para ello es importante que encuentren un verdadero grupo de pertenencia con personas iguales a ellos. De esta manera crecerán no solo en edad sino en madurez; así como en independencia, auto realización, y seguridad en sí mismos, pero más importante, tendrán una mayor felicidad.
Hay que crear espacios sanos y una cultura inclusiva en donde las personas con capacidades diferentes y necesidades especiales pertenezcan y desarrollen su potencial y habilidades, con el mayor número de oportunidades para su desarrollo personal y profesional, sin ser afectadas por los prejuicios sociales.